martes, 26 de marzo de 2013

Otro golpe más.

 Sentimientos Elizabhet.
 Me dolía ver que las personas creyesen que mi padre era el mejor abogado del mundo, que eso no lo pongo mucho en duda, pero lo que me olía realmente, era que creyeran que era el mejor padre y marido también. Todo un modelo a seguir. No era así. Mi madre estaba siempre encerrada en casa, él no la dejaba salir nunca y todas las noches cuando llegaba le daba una paliza para desahogarse.
 Me dolía mucho que lo pagara con ella, pero mamá me pidió que pasase lo que pasase no le dijese nada a nadie. Me costaba no hacer eso, tanto que decidí dejar de salir con mis amigos para que no se me escapase nada. Mi comportamiento cambió, lo sé porque antes me gustaba salir con gente nueva, conocer a chicos y chicas para salir con ellos, pero hubo un punto en el que pensé que cualquiera de esos chicos podría ser como mi padre y no me atrevía a correr ese riesgo.
 Cambié mi forma de vestir, para así llamar menos la atención. Me verían como a un bicho raro y pasarían de salir conmigo. Dejé de comer, porque cada vez que lo hacía vomitaba al sentirme mal por todo. Mi hermano Matt se había marchado de casa algún día pensaba hacer lo mismo, huir de esta pesadilla, pero no de ese modo. Tenía que huir, pero con mi madre, tenía que ayudarle a superar todo esto de una vez y hacer que la justicia decidiese el fin de mi padre.
 Desde el principio fue un hombre cariñoso, sencillo, trabajador y muy protector. Pero cambió por completo cuando pasaron los años, ya no era el mismo, ahora era agresivo, malhumorado y difícil de soportar.
 Sabía que cuando él o mi madre me mandaban al cuarto o a casa de una amiga, era porque tocaba una noche más de golpes y llantos. Cuando me mandaban al cuarto, siempre me aferraba a un peluche y me tapaba fuerte los oídos. Esperaba unos minutos y rompía a llorar sin consuelo alguno.
 Necesitaba el apoyo de Matt, él siempre me hacía olvidar lo que pasaba y me hacía ver que detrás de tanto sufrimiento, una nueva puerta que se nos abría.
 Siempre que salía del instituto y tenía la oportunidad de poder tardar un poco más, me pasaba por la estación y visitaba a Matt. Le daba algo de dinero y el bocadillo del recreo.
 La última vez que mi padre le puso la mano encima a mi madre, presentí por unos instantes  que ella estaba muerta y que todo su dolor había acabado por fin.
 Tan grande fue la paliza que fue televisada, una ambulancia tubo que venir a por mamá, la policía vino a por mi padre y Matt se acercó para ver si todos esos rumores eran ciertos.



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