Capítulo 3
Estaba contento porque había escuchado que la familia de la casa de alado vendría al día siguiente. A pesar del dolor esa noche dormí muy bien, y no tuve que levantarme por culpa de ninguna pesadilla; supongo que ya me había echo a la idea de que la verdadera pesadilla es la que vivía día a día. Al despertarme pude ver que el sol brillaba lo suficiente como para que fuese un día totalmente perfecto. Era sábado y eso terminaba de completar el día perfecto. Hoy no vería a Dani y sus matones, y por otro lado, con un poco de suerte conocería a mi nueva vecina.
Cogí algo de ropa limpia y me quité el pijama. Entré al baño y me lavé la cara, con agua fría para despertarme. Una vez terminé bajé a la cocina para desayunar algo. Rosie estaba preparando un pastel, algo raro porque que yo recordara no había nada especial hoy.
- Buenos días - dije con una gran sonrisa.
- Buenos días Alex - Me devolvió la sonrisa, sin dejar de cocinar.
- ¿ Para quién es ese pastel tan rico ? - pregunté mientras observaba su elaboración.
- Para los nuevos vecinos. ¿ Vendrás a darles la bienvenida conmigo Alex ?
- Por supuesto - sonreí muy emocionado - Puedo ayudarte si quieres también.
- Solo falta ponerle el chocolate cuando salga del horno.
Terminé de ayudar a Rosie y fuimos a darle la bienvenida a los nuevos inquilinos. La casa era asombrosamente grande por dentro, no debió de ser muy barata que digamos, seguro que por eso nadie la había comprado antes. Conocí a los padres de la chica, ya que esta se encontraba con sus primos o algo así. La familia Willians, así se llamaban los propietarios, era una familia bastante acogedora y simpática.
La chica se llamaba Clara, su madre nos enseñó algunas fotos suyas de cuando era pequeña. Era bastante mona, y mis ganas de conocerla aumentaban por momentos.
Por la tarde, cuando Rosie se había marchado a visitar a unos familiares, y yo me encontraba solo en casa, alguien llamó a la puerta. Era la señora Willians acompañada por una encantadora chica.
- Hola Alex
- Buenas tardes señora Willians - respondí educadamente.
- ¿ Están tus padres muchacho ?
- Lo siento, pero aún andan en el trabajo.
- Bueno, en ese caso me pasaré más tarde - sonrió ampliamente. Y justo cuando estaba a punto de marcharse, me miró y añadió. - Esta es Clara, mi hija, de la que te hablé esta mañana.
La chico mostró una bonita sonrisa, a pesar de estar sonrojada y me dio dos besos. Me sentí como el chico más afortunado del mundo en ese momento. Sonreí mientras le daba dos besos también.
- Encantado Clara.
- Lo mismo digo - sonrió leve y miró a su madre.
- Puedes quedarte si quieres y charlar un rato para conoceros mejor.
La chica aceptó y se quedó conmigo. no sabía que hacer o que cosa divertida enseñarle, así que la llevé a mi escondite. A Clara le gustó mucho, y le hice prometer que no hablaría de él a nadie. Parecía que estaba soñando, un día entero sin preocupaciones y con la chica más bonita que había visto en mi vida.
Era genial tener esta sensación, pero la noche pronto llegó y tuvimos que regresar a casa. Acompañé a Clara a su casa y pedí disculpas a sus padres por la hora, a lo que ellos respondieron que no importaba si lo habíamos pasado bien. Me fui a casa bastante contento, y por mi cara de felicidad, Rossie pudo intuir que hoy había sido uno de los mejores días de mi vida.
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